Limpiar la piel sin exagerar.
Evitar productos de higiene agresivos.
No lavar las manos repetidamente.
Hidratar bien el cuerpo y el rostro.
Vigila con la calefacción alta
Parece inofensiva, pero no lo es. La calefacción puede ser una gran enemiga para tu piel. Los cambios de temperatura que tu cuerpo sufre al pasar del exterior al interior de un espacio, y más aún, cuando dentro se superan los 23 grados, puede ser perjudicial. Demasiada calefacción puede acabar lentamente con la humedad de tu piel y hacer que se seque.
Para evitar que suceda esto, debes hidratarte a menudo y no pasarte con la calefacción. También se recomienda usar un humidificador para devolver la humedad al aire.